
Para el P. Nicolás, dentro de este proceso educativo es necesario inculcar “la imaginación como facultad creativa” y comenzar a crear herramientas que permitan “educar la imaginación de nuestros estudiantes para que no sean víctimas de frases hechas, de ideologías, de temas hechos, de propaganda política, sino que puedan imaginar lo que significa ir por un lado o ir por el otro (…) Es la imaginación la que abre puertas”.
Dadas las implicaciones de esos anhelos, la congregación ignaciana debe ser consciente de que no puede lograr todos sus objetivos por cuenta propia, sobre todo si se comprende que “los retos que tiene la Compañía son los mismos retos que tiene la humanidad: la guerra, la violencia, la pobreza, el hambre, el desempleo (…) y, al mismo tiempo, la búsqueda de sentido y de alegría”. Por ello, de acuerdo al Superior de los Jesuitas, la Universidad debe trabajar “en conexión con los centros sociales, con las parroquias, para oír la voz del que sufre y hacer de eso el tema de investigación y de educación”.
De acá que el trabajo pastoral y diocesano sea el otro pilar fundamental en la labor jesuita: “La parroquia es un sitio espléndido, del cual aprendemos muchísimo de humildad y de vida; ahí podemos tener contacto con toda la gama de la sociedad”. En esta lógica, Nicolás animó a los sacerdotes jesuitas a que “se diluyan más en equipo”, a que trabajen pensando en el mejoramiento de la diócesis entera y a “no poner toda nuestra atención en crear una parroquia ideal; eso lo podemos hacer, no es imposible (…), pero yo creo que nuestra misión es crear instituciones con tanto sentido que todos las quieran y las puedan imitar”.
Por otro lado, el Prepósito de la Compañía de Jesús destacó los resultados exitosos obtenidos con proyectos como Fe y Alegría, al que describió como “una respuesta magnífica para los pueblos que buscan salir de la pobreza y de la ignorancia provocada por la falta de educación”. También invitó a los laicos identificados con el carisma ignaciano a que participen activamente en la construcción de un modelo de espiritualidad “que sea mucho más comunitario, mucho más de grupo; un modelo en el que los laicos sean agentes”.
Tras estas reflexiones, el P. Jesús Manuel Sariego, provincial de la Compañía de Jesús en Centroamérica, y el P. José María Tojeira, rector de la UCA, agradecieron al Padre General su visita y sus palabras de ánimo para continuar con la labor de los jesuitas en la región.
Adolfo Nicolás nació en Palencia, España, y realizó sus estudios en Tokio y Roma. La mayor parte de su apostolado se ha centrado en Asia, donde vivió 43 años. Fue Superior Provincial de la Compañía de Jesús en Japón, en cuya ciudad capital trabajó con inmigrantes filipinos y de otros países asiáticos. Al cargo de Superior General de los Jesuitas llegó el 19 de enero de 2008, luego del proceso de elección que se realizó en Roma.
Nota de Margarita Moreno http://www.uca.edu.sv/shown.php?mnota=90565 27/04/2010
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